Designed by Veethemes.com

Siete señales de que Medellín se quedó en los noventas

La vida de un ser humano está condicionada por muchas variables: el lugar donde nace, el clima en el que crece, sus condiciones socioeconómicas y sus influencias culturales. Cada uno de nosotros vive más o menos acorde al tiempo que nos tocó, al igual que nuestras ciudades, nuestra forma de comunicarnos o entretenernos. Por ejemplo, grandes prodigios de la música estuvieron supeditados a los medios de su época: Johann Sebastian Bach compuso con el clavicémbalo, Lucho Bermúdez compuso con el clarinete, Larry Harlow compuso con el piano, Kurt Cobain compuso con la escopetarra y Maluma compuso con el autotune.

Sin embargo, hay lugares que parecen estar anclados en el tiempo. A veces ciudades enteras, en otros casos son solamente barrios o pequeños sectores. Es por eso que el equipo de investigación de 7claps, conformado por dos estudiantes de la Escuela de Belleza Mariela y un vendedor de manillas y atrapasueños en el Parque del Periodista, salió a las calles de esta primaveral veraniega ciudad a hacer labor de campo. La conclusión que nos trajeron a la redacción es contundente: Medellín se quedó atascada en algún punto de los años noventa. Sí: la ciudad en la que yo nací hace dos décadas (y probablemente la misma en la que usted nació) es, más o menos, la misma que tenemos en este momento. A continuación enumeramos los argumentos esgrimidos:


Todavía hay hombres que usan el siete con colas, ese mismo peinado que en Bogotá llaman greña paisa. Súmele el bigote mazamorrero o el bozo de lulo. Es más, el proyecto de vida de muchos sigue siendo salir a la calle en camiseta esqueleto de huequitos, la pantaloneta que usaron varios años antes en el Pony-Fútbol y tenis Air Jordan para ir a picar una DT en la canchita de arena del barrio. ¿Saben qué es lo peor? Todos los paisas tuvimos ese peinado. Si no encuentran fotos es porque no han buscado bien.

Trabate hijueputa que vas pa' la paila (fuente)


En Medellín todavía pintan los buses de forma tal que entre más mañé, mejor. Los rayones a un lado son decorativos y en la parte de atrás las clásicas calcomanías, apunte: la cara de Pablo Escobar, el logo de The Sopranos, Piolín haciendo mala cara mientras te apunta con un revólver, el muñequito ese que no sé cómo se llama meando o haciendo pistola y los clásicos mensajes “antes de criticarme intenta superarme” o “solo rumores”. Adentro, el ambientador de Rosita Fresita, los dados de peluche, la bola de billar en la palanca de cambios y los vidrios que dividen la cabina del resto del bus con una vieja en bolas o el Cristo Milagroso de Buga o ambos al tiempo. Ah, y el que va manejando también usa el siete con colas.

(fuente)

Todavía le rendimos culto a Pablo Escobar. Sí, sacó a miles de personas del basurero y les dio una vivienda más que digna. Sí, aupó la economía regional… de forma peculiar pero igual lo hizo. Sí, regalaba mercados, plata, ropa y calzado -camisetas esqueleto de huequitos y tenis Air Jordan, casi siempre- a todo el que pasaba necesidades. Sí, fue un buen proveedor, el único que en tiempos de crisis le dio un futuro (o algo así) a los jóvenes. Sí, tiene DIEZ MIL MUERTOS en la espalda. Sí, corrompió absolutamente todos los estamentos de esa cosa amorfa llamada estado colombiano. Sí, mató casi 700 policías, puso 250 bombas y derribó un avión comercial. Sí, gracias a él en el extranjero nos ven a TODOS los colombianos como narcotraficantes, asesinos, ladrones y putas.

(fuente)

El fútbol de acá todavía es muy bueno, pero no tanto. Verdes y rojos siguen siendo los principales animadores del fútbol colombiano, dando espectáculo aún si los títulos son asignatura pendiente. Empecemos con Nacional: el año pasado se enfrentó a River Plate por la final de la Sudamericana y, al igual que en la final de Libertadores 1995 ante Grémio, empató en el Atanasio y perdió de visitante. Pasemos al DIM: en 1993 fue campeón durante cinco minutos hasta el gol del Nene Mackenzie que consagró al Junior en Barranquilla. El Poderoso es el actual subcampeón del fútbol colombiano tras perder la final ante Deportivo Cali... bueno, en realidad es el actual bisubcampeón porque la final del 2014-2 también la perdió ante Santa Fe... bueno, ya había perdido otra en 2012 ante Millonarios... dejemos así mejor. Cerremos con esto: Múnera Eastman narró todas esas finales.

Que no nos falte nunca el Paisita de Oro, aún cuando en pleno 2015 use el siete con colas.

(fuente)
 
Está en funcionamiento desde el 30 de noviembre de 1995, pero todavía hay gente que le pone la mano al Metro, o que usa el botón rojo como timbre. ¿Hace falta explicar algo más? ¿No? Vale, sigamos.



(fuente)


Todavía hay gente que exige “Antioquia Federal”. Este departamento aporta más o menos el 13% del PIB colombiano, es decir, si Juan Manuel Santos tiene que salir a cargar una silleta para que Antioquia siga haciendo parte de Colombia, lo hará. Si tiene que asegurarse de que sigamos siendo colombianos por las malas, también lo hará: todo por evitar un lógico desangramiento de la economía colombiana sin Antioquia. Un país como Colombia, que en realidad más que país es un rejunte de regiones con sus respectivas añejas y pendejas rivalidades, podría quedar ad portas de una confrontación bélica.

Pongámoslo en otros términos: los que insisten en la independencia antioqueña no han pensado las posibles consecuencias a todo nivel que esto traería, como si montar todo un aparato estatal -fronteras, constitución, las diferentes ramas del poder, entes reguladores, entre miles de cosas más- fuera como montar un puesto de arepas. Además, ¿quién podría asegurar que es así de fácil gestionar 3,5 billones de pesos (el presupuesto aprobado por la Gobernación en 2014) para asegurar la viabilidad de esta empresa? ¿Cuál sería la reacción de la comunidad internacional? ¿Se imaginan sacar pasaporte para ir a Coveñas? Machete estate en tu vaina, dejemos la cosa así.

(fuente)

Luis Pérez sigue presentándose a elecciones. Y volvió a ser avalado por el Partido Liberal después de cambiarse de partido dos o tres veces por día durante la última década.

(fuente)