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Animales tuiteros y dónde encontrarlos



Los que nacimos en los noventa somos los primeros nativos digitales y hemos estado expuestos a gran cantidad de tecnologías que han ido teniendo sus quince minutos de fama. Somos la generación que levantó por hi5, armó salidas por Messenger y crea grupos de WhatsApp para debatir cualquier asunto baladí. Como es natural, este constante experimentar de interfaces nos ha dejado conocer gente de toda clase. Tanto software, tanta app y tanta red social, queriendo o sin querer, se han vuelto tan indispensables como la cédula.

Guiados por esa curiosidad infantil que nos hacía diseccionar bichos y luego quemarlos con una lupa, este humilde medio contactó con eminentes biólogos, psicólogos, antropólogos y un cura (?) para estudiar la que, posiblemente, sea la red social más diferente al resto: twitter. No se sabe bien para qué existe, a diferencia de instagram. No es común encontrar a toda tu familia allí, a diferencia de facebook. Es una permanente eyaculación precoz de ideas a medias que brotan de personajes poco menos que peculiares.

Durante meses esta junta de notables se reunió (agotando el presupuesto anual de este pasquín, como nadie cobraba salario nadie escribía) buscando categorizar los tipos de tuiteros existentes y la semana pasada dejó en la redacción un mamotreto que a continuación vamos a resumir para ustedes.


El Sancocho (Homo Crossoveris)

Es el tipo de tuitero más común. Es la maleza de esta red social, como el césped en una cancha de barrio. Hablan de todo un poco compulsivamente como si de verdad alguien los leyera o, peor, como si de verdad a alguien le importara. No jode para que no lo jodan. Usa Twitter para ver memes o actualizarse: la mínima del taxi subió a 5000, Caterine Ibargüen ganó medalla de oro, a Rihanna le duele la teta izquierda.

Forma de controlarlos: la selección natural se encarga. Si son pocos Twitter se convierte en el Senado, si son muchos Twitter se convierte en un salón de clase.



El Troll o Irreverente (Pipicorticus)

Hay varios tipos de troll pero todos se distinguen por lo mismo: quieren llamar la atención y casi nunca por razones que valgan la pena. Algunos son entretenidos de leer. Otros, la mayoría, meten un chiste decente cada que el DIM sale campeón. A diferencia del sancocho, intentan ocultar bien su identidad. Y ahí, desde el anonimato, se meten con todo y con todos. Su éxito radica en que los tomen en serio y algunos son tan virginales que celebran el hecho de que les reporten la cuenta.

Entonces, cual película de Scorsese, tras el auge viene la caída después de alguna salida en falso. Me explico: en ellos siempre hay una grieta en su identidad que se convierte en una autopista de ocho carriles para burlarse del troll. Por ejemplo: tener 43 años y pedirle plata a la mamá para salir, haber sido echado de cada universidad en Medellín, ser un marica enclosetado, tener una esposa más fea que un carro por debajo, haberse robado una plata hace años o haber mandado fotopenes no pedidas. Todos caen. Así es el negocio.

Forma de controlarlos: darles tiempo, al final todos la terminan cagando.



El Barrabrava (Homo Cospiretus)

Ojo que no todo el que habla de fútbol es barrabrava. Muchos lo hacen porque saben o porque en serio les apasiona. El tuitero barrabrava tiene una visión diferente donde el fútbol, más que un deporte o espectáculo, es una excusa para nobles actividades como el atraco callejero, la destrucción de mobiliario público, la gestión de disturbios, la esgrima modalidad patecabra, el consumo de drogas low-cost y el tatuaje amateur (actividades que están siempre documentadas con fotos en su perfil). Opinan de fútbol con escaso conocimiento y nulo criterio, se tocan con videos de hooligans rusos peleándose Y KASI SIEMPRE EZKRIVEN EN MAYUSKULAS CON UNA ORTO GRAFIA DELESNABLE, LA VANDA DEL BIRUÑAS P77E.

Forma de controlarlos: campos de concentración.



El Politizado (Australopolíticus)

Es irónico que los encargados de hablar 24/7 de un asunto serio y trascendental como la política sean los usuarios con mayor propensión a tener un número no convencional de cromosomas. El tuitero sancocho de vez en cuando sienta su opinión política respecto a algún asunto puntual. El politizado, en cambio, centra toda su visión del mundo en torno al político de su preferencia: que llueva mañana en la mañana puede ser culpa del plebiscito o de la oligarquía. Es fácilmente manipulable y tiene una interminable creatividad para argumentar sandeces. Aquí caben santistas, uribistas, petristas y peñalosistas. ¿Han leído que los extremos se tocan? Todos manejan la misma retórica, reemplazando solo uno o dos nombres o circunstancias.

Forma de controlarlos: esconderles la cédula y cambiarles la clave del WiFi.



La Sextuitera (Homo Frigidus)

Debe ser la especie que más se ha documentado, debido a la cantidad interminable de chascos que los hombres del común han sufrido con las sextuiteras. Su modus operandi es hablar todo el día de sexo: sus TL son decálogos de cómo debe ser el polvo ideal, de qué color debe tener el pipí, cuál es la posición que todas deben probar y cuál es el motel de moda. Lo triste del caso es que la esperanza de recrear los GIF porno con la sextuitera es casi imposible. ¿Por qué? 98% de esas cuentas son manejadas por señores desempleados, mujeres que a la hora del catre son la desidia encarnada o mujeres que pesan 45 kilos más que en las selfies que suben a Twitter.

Forma de controlarlos: si ya crearon DenuncieAlTaxista.com deberían crear DenuncieALaSextuitera.com. Ayúdanos a ayudar.



La Drama Queen (Anticristae Lloraderis)

Este personaje habría sido sensación en 2007, dos años antes de la creación de Twitter y en plena efervescencia de la moda emo. Sus TL son un eterno lamento, nada les gusta, nadie las quiere, todo las deprime. Habrán pasado cinco años desde su último noviazgo y es la hora que todavía le dedican canciones y cientos de indirectas al ex. Claro que no todo es malo con la tuitera drama queen: tienen un talento innato para stalkear al susodicho y a todo su círculo social, enterándose de todo lo que pasa en su día a día e intentando descifrar mensajes en clave que por supuesto no existen.

Comparte un rasgo muy curioso con la sextuitera: se creen la femme fatale de su barrio, suelen contar historias con diversos personajes (casi siempre de corte sexual o de cómo friendzonearon a un tipo) y suben las mismas fotos que a Snapchat de la borrachera del sábado con sus amigas igualmente despechadas. Una de dos: o necesitan dejar el trago y acudir a una psiquiatra o toda la carreta que hablan no es más que una vil pose lastimera.

Forma de controlarlos: a las drama queen les gustan los detalles de fina coquetería. Por ejemplo un ramo de rosas rojas con una delicada cinta blanca y una tarjeta que diga "No te desanimes: mátate".


El Temático (Sabiondorum de Mierdae)

Todos en la vida tenemos pasiones y eso es insoslayable. Algunos afortunados hacen de esa pasión su trabajo o dedican largas horas al estudio de ello. Contra eso no tenemos nada, de hecho el temático es el tipo de tuitero más respetable y el que más da de qué hablar por cosas importantes. La cosa pasa de castaño a oscuro cuando se proponen debatir de forma apasionada y quisquillosa aspectos que prácticamente no tienen ninguna importancia: con qué número saltó a la cancha el Jeringa Guzmán cuando debutó en el Envigado, por qué en la IX Conferencia Panamericana de 1948 las estrellas de la bandera de Panamá tenían los colores invertidos o de qué marca era el Vocoder que usó Wendy Carlos para hacer la banda sonora de A Clockwork Orange.

Forma de controlarlos: hay que regalarles tabaco, como a los presos.

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Para cerrar este bestiario virtual cabe anotar que estos no son los únicos tipos de tuiteros. Hay más, muchos, pero son subdivisiones o mestizaje (?) de los que ya reseñamos. La conclusión, podría ser, que Twitter es para gente destructiva y autodestructiva. Para la gente que no necesita el frenesí de leer 20 tweets por minuto hay redes sociales más light con contenidos más o menos del mismo nivel de bobada. O tal vez salir a tomarse una cerveza.